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La hospitalidad como camino espiritual y vínculo de fraternidad universal

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La hospitalidad es más que un gesto de acogida: es un compromiso profundo con el otro que revela la dimensión espiritual y transformadora de la humanidad. Francesc-Xavier Marín, en la conferencia "La hospitalidad: deber de apertura a la trascendencia", la exploró desde la fenomenología, subrayándola como núcleo de la fe y la convivencia. Con ejemplos de diversas tradiciones religiosas y referencias a la voluntad del Papa Francisco de impulsar un Instituto de la Misericordia, Marín destacó el papel de la hospitalidad para afrontar los retos de un mundo globalizado.

Marín profundizó en la conexión entre hospitalidad y espiritualidad, destacando su relevancia en la reforma teológica promovida por el Papa Francisco. Este enfoque se refleja en textos como "Ad theologiam promovendam", donde se destacan la hospitalidad y la fraternidad como expresiones de protección, dignidad e integración para abordar la alteridad en un mundo globalizado.

Según Marín, la hospitalidad no es solo un acto puntual, sino un deber espiritual que recuerda la necesidad de denunciar la exclusión y promover la inclusión. Citando la carta a los Hebreos (“No olvidéis la hospitalidad”), enfatizó la importancia de recordar este valor como respuesta a la amnesia cultural y espiritual de nuestro tiempo.

La hospitalidad revela la esencia de la fe, especialmente hacia aquellos más vulnerables, como el huérfano, la viuda y el inmigrante. Estas figuras simbolizan la necesidad de sensibilidad espiritual, que requiere abrirse al otro y reconocer que la experiencia espiritual genuina implica auto-trascendencia y compromiso con la humanidad.

Además de ser un valor espiritual, la hospitalidad es una virtud cívica que fomenta la cohesión social. Francesc-Xavier Marín concluye que la hospitalidad trasciende el ámbito religioso para convertirse en un valor universal que une espiritualidad y acción social. Este compromiso transforma tanto al que acoge como al acogido, generando espacios de fraternidad y esperanza para construir un futuro más humano y solidario. Marín señaló que la falta de hospitalidad conduce a la barbarie, mientras que su práctica genera vínculos sólidos y relaciones colaborativas, superando diferencias culturales y personales.

A través de un esquema universal —la llegada del huésped, la acogida y la implicación personal—, la hospitalidad regula comportamientos que promueven la proximidad y la ayuda mutua. Este modelo, presente en todas las culturas, es un camino para vivir una espiritualidad auténtica que transforma el mundo con valores de comunión y solidaridad. En este sentido, Marín enumeró diversos ejemplos de hospitalidad presentes en las grandes religiones que ejemplifican la solidaridad universal y la comunión espiritual, como la tienda de Abraham en las religiones monoteístas, los preceptos hindúes y budistas sobre la acogida, o el banquete comunitario en los templos sij.

Francesc-Xavier Marín concluye que la hospitalidad trasciende el ámbito religioso para convertirse en un valor universal que une espiritualidad y acción social. Este compromiso transforma tanto al que acoge como al acogido, generando espacios de fraternidad y esperanza para construir un futuro más humano y solidario.

 

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