El futuro de las mujeres en la Iglesia
Es tiempo de soñar y confieso que yo también he tenido un sueño; he soñado, una Iglesia tan bonita, tan perfecta, tan fiel al mensaje de Jesús… tanto como a mí me gustaría que... cuando me he despertado me he dado cuenta de que no existía. No existe, porque de existir, yo no cabría en ella.