"Cada façana ens parla d’un misteri, i ara és temps d’il·luminar la façana del Naixement"
Llega la Navidad, seguimos la tradición que el santo de Asís instauró hace ochocientos años y hacemos el belén en casa, o lo vemos en la parroquia, en el centro cívico o en el ayuntamiento. Hay belenes vivientes en muchas poblaciones, canciones y conciertos.
Vamos a la Sagrada Familia, la obra magna de Gaudí, ahora que se acerca su año, y hace casi cien que nos dejó. Cada fachada nos habla de un misterio, y ahora es tiempo de iluminar la fachada del Nacimiento, la del estallido de la vida y la alegría, y la única que el arquitecto, hoy venerable, vio en vida.
En la fachada del Nacimiento Gaudí concibió tres portales que se elevan verticalmente como si fueran montañas. Si los recorremos, vemos que sobre sus crestas la nieve se derrite, a modo de ventisqueros. La visión de la escena nos sugiere el inicio del tradicional villancico:
El desembre congelat confús es retira...
Los tres portales corresponden a las virtudes teologales: la caridad en el centro, la fe a la derecha y la esperanza a la izquierda, y están dedicados, respectivamente, a Jesús, María y José.
Contemplando el portal de la Caridad de la fachada del Nacimiento vemos, en el centro, a Jesús, José y María con el buey y la mula, rodeados por los ángeles músicos y los cantores, que alaban al recién nacido y anuncian la buena nueva; los pastores, a la derecha de la escena, levantan la cabeza para adorarlo y, al otro lado, los sabios de Oriente le llevan ofrendas y lo adoran también. En lo alto de la escena se encuentra la estrella y, sobre ella, la anunciación del ángel Gabriel a María.
La estrella de piedra está precedida por una cola que conecta la escena del nacimiento con la de la anunciación y nos habla del misterio de la encarnación. Y continúan las estrellas sobre la escena de la anunciación: se trata de la bóveda celeste de la noche de Navidad, con las constelaciones de Tauro, Géminis, Cáncer, Virgo, Leo y Aries.
Seguimos contemplando el portal de la Caridad, volvemos a la parte superior, que parece la cresta de una montaña, y vemos que bajo la nieve que se derrite hay una sinfonía de vegetación, el estallido de una primavera que envuelve la escena del belén con pájaros, flores, hojas, hierbas… Y en el registro inferior vemos gallinas, gallos y polluelos picoteando el suelo, entre las plantas.
Y proseguimos cantando el villancico, viendo cómo la naturaleza se muestra por todas partes con su esplendor:
abril de flors coronat, tot el món admira
Quan en un jardí d'amor
neix una divina flor...
Y en medio de la vegetación, otros elementos integran la escena del portal de la Caridad: un inmenso rosario rodea la escena de la Anunciación. De hecho, hay un rosario en cada uno de los portales, la oración mariana a la que Gaudí da protagonismo, mostrándonos los misterios de gozo y de gloria.
Y bajo el belén gigante que podemos contemplar durante todo el año, Gaudí hace esculpir la columna-árbol de Jesé en el parteluz del portal de la Caridad. En forma de espiral a su alrededor, los nombres de los patriarcas y reyes que forman la genealogía de Jesús, según el Evangelio de Mateo, ocupan su totalidad hasta que, sobre la columna, nace el Mesías.
Bajo la columna, una pequeña cabeza de serpiente que muerde una manzana simboliza el pecado original, que Jesús, sobre ella, ha venido a redimir.
El Evangelio, la Palabra, se ha hecho piedra en la fachada y plasma el misterio del Dios hecho hombre, el misterio más grande de la historia.
Terminamos el villancico recordándolo:
Arribaren els tres reis
amb molta alegria,
adorant el rei del cel
en una establia.
Oferint-li tres presents,
com són or, mirra i encens.
A la Ma, Ma, Ma,
a la re, re, re,
a la Ma, a la re,
a la Mare pia,
la Verge Maria.
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