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Relaciones de hermanos, clave teológica para el diálogo interreligioso del s.XXI

22 de juliol 2019

¿M.Teresa por qué es importante el diálogo interreligioso?

 

A nivel teológico, el diálogo interreligioso ha experimentado un decidido desarrollo y avance desde  mediados del siglo XX. En el campo de la teología católica una muestra de ello es el nacimiento de la teología de las religiones donde se aborda la cuestión de la relación del cristianismo con las otras religiones.

 

Pero, desde la entrada en el siglo XXI la situación mundial ha experimentado una escalada creciente de conflictos, de alcance global, marcados por el terrorismo y fanatismo religioso. El ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York en 11 septiembre de 2001 es el exponente más claro de ello.

 

Nunca habían estado los pueblos, las culturas y religiones tan cerca unos de otros, por los avances de la tecnología y los medios de comunicación, dentro de una situación real de pluralismo religioso de nuestras sociedades. Pero nunca tampoco se había hecho tan evidente y conflictiva la complejidad de las relaciones interreligiosas.

 

En este marco globalizado, el diálogo interreligioso ha pasado de ser una cuestión académica y de expertos a un tema vital que afecta la convivencia de millones de personas en el planeta.

 

El siglo XXI ha nacido con una marcada urgencia de la búsqueda de encuentro y diálogo, de relaciones nuevas entre todos los creyentes de las religiones para revertir esos conflictos y construir un mundo donde Dios pueda hacerse presente. Hacen falta respuesta a la pregunta y sospecha latente del significado positivo de las religiones para el futuro constructivo de la humanidad.

 

Inmersa en esta realidad está la Iglesia y su misión en el mundo. En el nuevo contexto de pluralismo religioso  está llamada a continuar su misión de hacer a Dios presente en este mundo. Lo cual no podrá hacerlo sin abrirse a la misión del diálogo interreligioso por caminos nuevos, desde la novedad del Evangelio, con todos los creyentes de las religiones. Hay una sed de fraternidad, de unidad y comunión en muchos corazones de la humanidad de este siglo XXI a la que Jesús de Nazaret continúa ofreciendo una respuesta. Es el desafío de la Iglesia poder ofrecerla fiel a su identidad y a su misión de anunciar la salvación dado en Cristo para todos.

 

 

¿Qué aporta el Papa Francisco en este sentido?

 

La novedad primera de Francisco está en el hecho de ser alguien a quien hay que ver no solo escuchar o leer sus escritos. Esta en su gran fuerza comunicadora donde precede siempre los gestos, como lenguaje simbólico cargado en si de mensaje claro al que le secundan las palabras que lo explicitan verbalmente. Es éste un distintivo de su pontificado en general y muy presente también en todos sus viajes y encuentros interreligiosos, la materia donde basamos nuestro estudio.  Francisco no “habla sobre” el diálogo interreligioso, él comunica de forma eficaz el diálogo interreligioso. 

 

Son gestos y palabras capaces de gestar relaciones nuevas de hermanos entre los creyentes de las religiones, que parten de la cercanía humana entre ellos para buscar juntos caminos de unidad desde la diversidad de la identidad propia y abrirse, así, a la realidad del mundo y sus heridas para colaborar en su construcción.

 

Lo que a primera vista se podría percibir como falto de fundamento teológico, esos gestos y palabras, constituye, en realidad, la base de una fecunda reflexión teológica que nos conduce al núcleo del misterio cristiano: la encarnación de Dios en Jesús de Nazaret: Gesto primario de Dios, Encarnación de su Amor a toda la humanidad a través de sus gestos y palabras. Con su Encarnación y Misterio Pascual, Jesús nos ha abierto este camino nuevo de relaciones de hermanos hacia el Padre en el Espíritu.

 

Las relaciones de hermanos, por tanto, que Francisco está proponiendo es la categoría cristiana esencial, humana y teológica, en continuidad con la dinámica encarnacional de Cristo, en total fidelidad al misterio cristológico, teológico y antropológico de la fe cristiana, desde el cual poder dar pasos reales que nos hagan avanzar en el camino actual del diálogo interreligioso. Desde un diálogo entendido como relaciones de hermanos, los cuatro modos tradicionales de entender el diálogo interreligioso: la vida, las obras en pro de la justicia y la paz, el nivel teológico de los expertos, y la espiritualidad encuentran su sinergia, su cohesión y dinamismo vitalizador.

 

Francisco está aportando esperanza y futuro para el diálogo interreligioso que los hombres y mujeres del siglo XXI están necesitando.  

 

 

¿Cómo puede ayudar el diálogo interreligioso a mejorar la cohesión social a nivel mundial?

 

Francisco habla muy claro de que no basta con ser tolerantes para superar los conflictos del terrorismo y fanatismo interreligioso que afectan a la convivencia de los pueblos en la actualidad. La tolerancia basada en una mirada individualista y relativista, como concepto y como actitud, se muestra ineficaz para acercar a las personas implicadas en la construcción de un mundo en esta era global.

 

Hace falta una conversión interior, fruto de la súplica orante, que se encarna en una mirada nueva hacia el otro diferente en su identidad que haga posible una relación constructiva y pacífica entre los seres humanos y sus creencias a nivel social y global. Y eso es real cuando ninguno tiene que renunciar a su propia identidad religiosa sino que la puede vivir como un camino de hermanos, donde la unidad no es uniformidad, y la diversidad no la rompe sino que se convierte en acogida abierta y sincera del otro diferente.  Es un camino lento y largo donde importa más los procesos que los resultados, donde la compasión siempre podrá tener la última palabra ante los retos diarios. Es el camino humano donde, en definitiva, Dios puede seguir manifestando su presencia y acción salvífica en el hoy de nuestra historia.

 

El diálogo interreligioso es la tarea fundamental que los creyentes tienen ante sí en este siglo XXI frente a la realidad sufriente y las  heridas de nuestro mundo. Y esa tarea es a la que Francisco nos invita y llama a todos los creyentes: “que nuestra oración pueda adherirse plenamente a la voluntad de Dios, el cual desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad” ( en la primera Audiencia Interreligiosa en la Plaza de San Pedro, 28 de octubre de 2015, ante representantes de todas las religiones)

 

La misión del diálogo interreligioso es “inclinarse con compasión y ternura ante la humanidad débil y necesitada…acercarse a todos los que viven en situaciones …como la enfermedad, discapacidad, pobreza, injusticia y los resultados de conflictos y migraciones: esta es la llamada que viene del corazón de cada tradición religiosa. Es el eco de la voz divina que habla a la conciencia de cada uno, invitando a superar el repliegue sobre uno mismo y abrirse, abrirse al Otro por encima nuestro, que llama a las puertas del corazón, abrirse al otro que está al lado nuestro que llama a la puerta de nuestra casa pidiendo ayuda y atención...Que las religiones sean senos de vida que lleven la ternura y la misericordia de Dios a la humanidad herida y necesitada, sean puertas de esperanza, que ayuden a derribar los muros erigidos por el orgullo y el miedo” ( en el encuentro interreligioso del Jubileo de la Misericordia , 3 noviembre 2016)