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Por qué buscáis entre los muertos a aquel que vive

22 de abril 2019

Fue la pregunta de la mañana de la primera Pascua. «Dos hombres con trajes resplandecientes» preguntaron a las mujeres que habían ido «al sepulcro llevando los óleos aromáticos que habían preparado» para ungir el cuerpo de quien había muerto crucificado. Y recibieron el anuncio de la resurrección: «No es aquí: ha resucitado.» ¡Ellas, antes de verlo, ya lo creyeron!

Nada de esto pasaría de ser una bonita historia del pasado si no fuera porque esta continúa siendo la pregunta que llega hasta nosotros cada mañana de Pascua: «Por qué buscáis entre los muertos a aquel que vive?» Y somos invitados a repetir la historia de aquellas mujeres admirables.

Es bien cierto que, igual que les pasa a ellas, nuestra tendencia natural es la de mirar el pasado, nuestra vida de antes, todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos sido, para admirarlo y «ungirlo» delicadamente. Nos cuesta darnos cuenta que la vida de verdad es la que tenemos delante y no la que hemos dejado atrás, no es nuestro futuro y no nuestro pasado, por glorioso que haya sido.

¡Las mujeres se convirtieron del todo y dejaron de mirar el pasado para anunciar –incluso a los Once!– que Jesús resucitado los esperaba en el futuro de su vida, porque la vida ahora ya era totalmente nueva. Incluso recordaron que Jesús ya se lo había dicho!, ¡El reto de su vida lo tenían delante. Esta fe, cambió el mundo!

También nosotros –hoy– somos invitados a “no buscar más entre los muertos aquel que vive”, sino a encontrarlo delante de nuestra vida, en nuestro futuro, el de cada cual, el de nuestras comunidades, el de nuestra Iglesia.

Cuando nos proponemos hitos a lograr en nuestra vida personal y en la vida de nuestras comunidades, cuando profundizamos la fe y buscamos las razones, cuando lo saboreamos y la compartimos, estamos respondiendo a la pregunta de Pascua: queremos buscar en el futuro de nuestra vida y del trabajo apostólico que hacemos, Aquel que nos espera, glorioso y resucitado, para darnos la Vida de verdad, la de resucitados! ¡Ojalá nuestra fe, nuestra experiencia de fe, nuestra celebración de la fe sea así de pascual!

¡BUENA PASCUA!