1. ¿Tiene sentido la vida en un contexto violento como el actual?

Sí. Y tiene que ver directamente con la esperanza, la denuncia, la solidaridad efectiva y la libertad que se desprenden de la madurez de la fe que se vive hasta las últimas consecuencias. Estas no ahorran nada, no tienen ningún poder sobre el sufrimiento y, por tanto, no la alivian ni el mitigan, pero indudablemente humanizan. Y si la vida nos humaniza, entonces tiene sentido, sea en el contexto que sea.

Por muchos motivos. Fundamentalmente, sin embargo, que el libro de Job es un libro junto al origen de la historia (En Mesopotamia, que es la cuna de la historia estrictamente hablando, se escribe el primer ensayo que conocemos sobre la temática del sufrimiento: «el Job Sumerio», que es un antecedente literario del libro de Job) con una temática que no ha dejado de estar en vigor a lo largo de la misma, y ​​que continúa vigente en el siglo XXI. A esto se añade el hecho de que Job es figura de la humanidad y, también, que hace lo que es impensable que hacer en un contexto de vulnerabilidad extrema. Y si él lo puede, como arquetipo de la humanidad que es, entonces también lo podemos cada uno de nosotros, hoy.

Personalmente hablaría de indiferencia, que es más grave aún. No puedo negar que el objeto de mi tesina nació de una insatisfacción personal respecto de la respuesta cristiana ante el sufrimiento de muchas personas en el mundo, y de la percepción de una sensación de indiferencia respecto del sufrimiento del otro en mi vida cotidiana. Y desgraciadamente lo podría ilustrar con mil y un casos.

4. ¿Crees que podemos disfrutar de una transformación regeneradora que aporte una brizna de paz en nuestra sociedad?

Por supuesto que sí. Todo dependerá, sin embargo, del precio que queramos pagar para que esto sea realidad. ¿Y por qué? Porque pedirá de exponer y hasta dar la propia vida.