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El pesebre bajo la escala

<p style='text-align:justify'>Y, como cada a&ntilde;o, la pregunta obligada: &iquest;d&oacute;nde ponemos el pesebre?</p><br /> <p style='text-align:justify'>&mdash;el a&ntilde;o pasado lo pusimos en el recibidor, pero, con el mueble nuevo, puede ser un poco dif&iacute;cil... O, sino, lo podemos poner en la mesa redonda, aunque la ocupa toda y nos saca espacio...</p><br /> <p style='text-align:justify'>La madre, al final, encontr&oacute; la soluci&oacute;n...</p><br /> <p style='text-align:justify'>&mdash;Lo podr&iacute;amos poner debajo de la escalera. Podemos poner unas cajas, y encima la madera que tenemos a la azotea, y as&iacute;, el pesebre quedar&aacute; un poco elevado.</p><br /> <p style='text-align:justify'>El d&iacute;a antes de Navidad nos pusimos manos a la obra: cubrimos las paredes de papel fino con estrellitas blancas, construimos los diferentes niveles, colocamos el musgo, los &aacute;rboles, el corcho... Mar&iacute;a, pase&aacute;ndose por all&aacute; observando c&oacute;mo iban &laquo;las obras&raquo; y todas las figuritas intuyendo que pronto ser&iacute;an liberadas de la caja de zapatos. Las luces volvieron a brillar y los pastores se colocaron delante del fuego, esperando a que el &aacute;ngel viniera. Cada a&ntilde;o les hace una visita.</p><br /> <p style='text-align:justify'>Todos a punto: la se&ntilde;ora con el cordero, el se&ntilde;or con la comida en la cabeza, de camino hacia la cueva; el puente sobre el r&iacute;o, la se&ntilde;ora lavando la ropa a una hora un tanto intempestiva, a las doce de la noche; el buey y la mula, en el fondo de la cueva, detr&aacute;s de Jos&eacute; y Mar&iacute;a, y el ni&ntilde;o, escondido en el comedor porque todav&iacute;a no era el d&iacute;a de Navidad.</p><br /> <p style='text-align:justify'>Despu&eacute;s de la misa del gallo apareci&oacute; el ni&ntilde;o en el comedero y, a sus pies, una figurita peque&ntilde;a con un cordero al lado y unos ojos bien abiertos, probablemente vive m&aacute;s el misterio de Navidad que todos nosotros. Los reyes, ay los reyes! Quisieron hacer una ruta tur&iacute;stica por el comedor, antes de dirigirse a la cueva, no quer&iacute;an llegar demasiado pronto... La distancia, bajo la escala, ya se sabe, es corta...</p><br /> <p style='text-align:justify'>El pesebre debajo de la escala. Los Hombres y las mujeres pasan, suben y bajan, celebran la Navidad, desgastan la escalera de tanto subir y bajar, y no se dan cuenta que bajo ella ha quedado instalado el pesebre. S&iacute;, bajo la escalera, en un rinc&oacute;n de la casa; all&aacute; d&oacute;nde, aparte de alguna planta, no se pone nada.</p><br /> <p style='text-align:justify'>El pesebre no ha ido a grandes casas, ni a palacios; se ha instalado debajo de la escalera del mundo, entre los pobres, los que no tienen nada, los olvidados, los oprimidos... y a todos se anuncia que Dios se ha hecho presente entre nosotros en Jes&uacute;s de Nazaret y se mantiene parcial a los ojos de los hombres y mujeres, a favor de los m&aacute;s pobres.</p><br /> <p style='text-align:justify'>Y nosotros, hemos de saber pararnos al pie de la escala, y mirar debajo, donde normalmente no se mira, en el lugar m&aacute;s olvidado de la casa, porque seguro que all&iacute; encontraremos a Dios.</p>