Teología y Santidad

Una cuestión que tendría que espolear a quienes nos dedicamos al cultivo de la Teología es: ¿cómo es que desde el siglo XIII hay tan pocos teólogos santos? Desde la antigüedad, los Basilio, Crisóstomo, Gregorio, Anselmo.... Tomás, Buenaventura.... unen en su persona el pensamiento profundo y una vida santa, una armónica unidad entre Teología y vida, entre Teología y Espiritualidad. ¿Cómo es que la mayoría de los teólogos posteriores no son santos?
He aquí, posiblemente, uno de los motivos del desprestigio de la Teología actual entre el pueblo creyendo (por masa teórica y abstracta) junto con su incapacidad para fecundar la pastoral y la predicación.
El ejemplo vivido, el testigo, es el elemento básico porque el mensaje evangélico, encarnado con ternura y valentía, conmueva los corazones. Demasiadas veces se identifica el hecho de evangelizar con el hecho de hablar o predicar, sin atender a la calidad espiritual (ternura, delicadeza, amor, humildad) de la palabra o el gesto.
Decía santo Serafín de Sarov: "Pon el Espíritu Santo en tu corazón y, a tu alrededor, se convertirán miles". No se trata de hacer muchas cosas sino de irradiar , como Maria de Nazaret que con un simple saludo hizo saltar de alegría las entrañas de Elisabet... Porque llevaba a Jesús adentro, porque estaba embrazada del Espíritu Santo.
Quizás aquí rae el déficit de nuestra Teología a la cual, sin ningunear sus métodos y ciencias auxiliares, tan rigurosos y académicos, le falta algo de "Teología arrodillada". Porque, igual que la santidad, el conocimiento teológico no es solo cosa del hombre.
Josep Manuel Vallejo